Breve cantar de una hija de Adán

Deja tu comentario

 

I

Ante el sopor estival, un último estertor de mi esperanza grita enmudecido tu nombre.
En tu nombre se desangra.
 
Vuelve a mí tu mirada, pequeña deidad, no me prives de tu calma. Quita el polvo de mis ojos, libérame de esta crisálida.
Como fuego, como agua, como un beso, como lava.
 
Me sosiega que comprendas el dolor que me acompaña, aquel viejo amigo que desde otras vidas viene saltando murallas.
No lo niego, no lo evado, no le temo, ni me callo. 
 
Pero cuando la soledad oprime con fuerza mi fétida llaga, no me sueltes, ¡te lo pido!
Acompáñame hasta casa. 
 
Que la tregua es bien efímera, la búsqueda se torna vana y sólo quiero en tu remanso refugiarme de esta farsa.

 

 

 

 

 




Post anteriorEntrada antigua Inicio

0 comentarios:

Publicar un comentario