Azul

¡Cuánta aflicción sentí aquella tarde al pensar que lo perdía! Llegué a casa y lo encontré contemplando, embelesado, la puesta de sol. Sonreía triste, la mirada perdida en el horizonte lejano (más lejano e inasible que nunca) y la respiración profunda, como buscando llenar todo su ser del "afuera". La brisa vespertina jugueteaba con su cabello. Y una ...

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