
Errante
Crucé la calle distraída, buscando en mis bolsillos el vuelto que Don Silvio me hubiese dado minutos atrás. «Otra vez se equivocó» protesté para mis adentros, cuando una mirada de color café me frenó: aquél era, probablemente, el par de ojos más tiernos que había visto jamás.En milésimas de segundo, un oleaje de miel cubrió por completo mi ser y esto me llevó ...